[Appel à tous les Nationalistes Sahraoui(e)s - Llamamento a todos los patriotas Saharaui - Appeal to all Saharawi Nationalists]

 OPINION- COMENTARIO

 

RESPUESTA A LOS AUTORES DEL LLAMAMIENTO.

Mohamed Moulud Hama

La situación constitucional de un país expresa siempre el estado de la relación existente entre la organización formal de los poderes públicos y las necesidades orgánicas de la sociedad civil respecto de su grado de desarrollo.

Cuanto mayor sea el grado de esta adecuación mayor será el grado de estabilidad de la situación constitucional. En este sentido la conformidad de la sociedad civil ante la constitución de su estado político, o lo que es lo mismo, el consenso social, es el único fundamento de la legitimidad del Poder. Así, entre nosotros, hasta 1973 había un amplio consenso social que legitimaba el poder los notables tribales.

Pero visto que la consecución de una relación adecuada no es un problema de técnica jurídica, o de moral, que pueda ser resuelto con la adopción de medidas racionales o criterios éticos, sino una cuestión históricamente determinada por el grado de desarrollo alcanzado en cada momento por las fuerzas sociales que componen la sociedad global. Y dado que la naturaleza impone un proceso permanente de cambio, a cada fase del cambio social corresponde un determinado estado de equilibrio. Lo sucedido en 1973 con la creación del F. Polisario refleja de forma magistral el sentido de estas ideas. Es decir, destronar a los notables tribales para colocar en el Poder a quienes cuentan con el consenso social en aquéllos años: los dirigentes y militantes del Polisario.

No obstante, aún en el hipotético caso de que la constitución formal del estado refleje con precisión el estado de equilibrio social de nuestra sociedad (1973), la inevitable modificación de ese equilibrio social condena a toda constitución a ser un mero reflejo de un estado social pretérito.

Es evidente que en la década de los años 60 y 70, los ideales revolucionarios habían trastocado notoriamente el orden social tradicional saharaui basado en el equilibrio tribal y, por consiguiente, allanaron el camino para un golpe de timon que desalojó del poder a quienes hasta entonces lo detentaban. Y treinta años más tarde, la existencia de fuertes corrientes submarinas permite hablar, sin margen de error, de un cambio en el equilibrio social, esta vez catalizado por la llegada en masa de nuevas hornadas de generaciones enteras con formación académica, al menos, básica.

No obstante lo dicho, la lectura de los párrafos contenidos en vuestro llamamiento no puede sino concitar la adhesión de la inmensa mayoría de los saharauis. Con pequeñas diferencias de matiz y, quizás, cambiando el tono del discurso se puede contar con la aquiescencia de la mayoría de los destinatarios preferenciales de dicho discurso.

Bien es verdad que los fracasos imputables a los saharauis tienen nombres y apellidos, en la medida en que se atribuyen a los titulares de la autoridad como responsables, en última instancia, de los desmanes que bajo su responsabiliad se han ido sucediendo durante años. Ciertamente existe una opinión mayoritaria que imputa a la clase dirigiente la responsabilidad de la regresión que ha experimentado el Estado saharaui. Pero es igualmente cierto que esa opinión, es igualmente mayoritaria, al señalar la ausencia de liderazgo para reconducir el cambio. Una de nuestras mayores carencias es que ni siquiera tenemos a gente capaz de dar la cara para dirigir a esa potente corriente submarina que no acaba de reflotar a la superficie. Los autores de este mismo Llamamiento son un buen ejemplo de ello. Dónde están sus nombres? Dónde están sus fotos? Dónde está su Curriculum vitae, ya que apelan al saber científico que atesoran las nuevas generaciones. A caso piensan concitar nuestra adhesión basándose exclusivamente en la indestructible veracidad de su discurso.

De ese discurso participa mucha gente, pero para atraer a los nacionalistas saharauis, hoy -que no ayer- mejor formados, es imprecindible hacer uso de otras herramientas que la sociología política pone al servicio de las élites culturales e intelectuales, amén de hacer público cuál es su programa político y cuál son las soluciones que piensan poner en práctica para zanjar los problemas existentes. Quienes se perfilan como los guardianes del espíritu nacionalista saharaui tienen la ineludible responsabilidad de mostrar sus rostros y sus dorsos. Visto desde la perspectiva de la idiosincracia saharaui hay que apuntar que unos niveles ínfimos de testesterona no animan precisamente al aplauso. Y en ese sentido, es natural que los nacionalistas saharauis viren a estribor cuando, navegando, cruzan por este Cabo de Hornos.

Y para concluir, merece la pena subrayar que sin cohesión y solidaridad social no hay pueblo que pueda permanecer en la historia como identidad diferenciada. La fuerza coactiva del Estado no basta para mantener durante largo tiempo la comunidad nacional. Y aún sin conciencia política, todo pueblo necesita, para existir como tal, una fuerte conciencia colectiva. Tampoco basta a estos efectos la pura memoria histórica de su tradición. Necesita, indefectiblemente, una cohesión social de presente, hoy languideciendo, y una solidaria proyección de futuro, hoy más que nunca anhelable.

08.07.04

[para contactar el autor por e-mail: mhs1884@yahoo.es]


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