OPINION

 

No podía creerlo

Txema Mercado

 

He tenido los ojos cerrados. No podía creer a quienes afirmaban que Marruecos estaba abandonando a la inmigración subsahariana en medio del desierto. No podía creer que esa barbaridad estuviese sucediendo. Me disculpo por haber dudado. Lo siento.

Cuando el frente Polisario declaró que había recogido a varias decenas de subsaharianos abandonados sin agua por Marruecos, pensé que esta noticia podía ser una intoxicación informativa. ¿No serían inmigrantes que en su camino hacia la costa marroquí hubiesen perdido el camino? Tal vez los saharauis quisieran aprovechar la situación para enfrentar a la comunidad internacional con el gobierno de Marruecos... Pido perdón al frente Polisario por haber dudado de sus declaraciones.

Cuando el telediario emitió las declaraciones de las ONG marroquíes denunciando a su gobierno por abandonar a los inmigrantes a su suerte, dudé de nuevo. ¿No serían activistas políticos que quisieran aprovechar la audiencia? Pido perdón a los valerosos marroquíes que arriesgando su libertad y su integridad física se atrevieron a oponerse al traslado y denunciaron al gobierno de su país,.

Cuando se dijo que Médicos sin Fronteras seguía la caravana de subsaharianos expulsados para garantizar que no fuesen arrojados al desierto, pensé que hacían un trabajo innecesario. Creí que con toda la prensa encima era imposible que les abandonaran. Las cámaras estaban presentes cuando los inmigrantes fueron expulsados. El gobierno español y la comunidad europea estaban sobre aviso de las denuncias. ¿Cómo iba a atreverse el gobierno de Marruecos a cometer ese genocidio si su responsabilidad podía demostrarse? Pido perdón a Médicos sin Fronteras por haber dudado de la utilidad de su esfuerzo.

Dudé hasta que los noticiarios sacaron nuevas imágenes de inmigrantes rescatados del desierto por el frente Polisario: eran las mismas personas que acababa de expulsar Marruecos, las mismas que gritaban y lloraban ante las cámaras unos días antes. Los militares les habían obligado, a punta de fusil, a adentrarse en el desierto, sin teléfonos móviles y sin agua. Hasta reconocer sus caras y sus voces no llegué a creer que el gobierno marroquí estuviese ejecutando a cara descubierta, día tras día, este crimen contra la humanidad. Por haber dudado de ellos, pido perdón a quienes trataron de evitarlo y nos informaron de lo que estaba pasando.

No comenté a nadie mis dudas, pues sé que clase de malas personas tienen el poder en Marruecos. Sé con qué métodos criminales reprimen la disidencia de su gente y las ansias de libertad e independencia del pueblo saharaui. Conozco el historial asesino de la monarquía alauíta. No dudaba de que fuesen capaces de hacer lo que han hecho, sino de que se permitieran realizar este genocidio ante las cámaras. Me equivoqué.

Abandonan sin agua a los inmigrantes para que quienes quieren seguir su ejemplo sepan lo que les espera. Permiten grabar a las cámaras para que los vecinos y familiares vean las últimas imágenes de los emigrantes antes de que el desierto se los trague. Intentan persuadirlos de huir de la miseria, el hambre y las guerras que nuestros gobiernos apoyan para expoliar sus países. Marruecos actúa en connivencia con la comunidad europea y con el estado español, que entrega a quienes saltaron la valla sabiendo dónde les mandan. El gobierno marroquí actúa tranquilo porque no está sólo en este genocidio: hace el trabajo sucio encargado por la Unión Europea. Antes que permitir la entrada a los subsaharianos los gobiernos europeos prefieren que Marruecos los mate de sed; son negros.

Nuestros gobiernos son una mierda y yo un imbécil que he dudado de la gente más digna. Perdón.

20.10.05


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