OPINION

 

Carta abierta a Dominique De Villepin, Primer Ministro de Francia

Zahra El Hasnaui

"Nada perdurable en las relaciones internacionales se puede construir sin diálogo y sin respeto por el otro, sin exigencia y fidelidad a los principios, y más todavía para las democracias que deben dar ejemplo…Resulta imperativo que la acción de la comunidad internacional esté guiada por principios. Ante todo el respeto del derecho, piedra angular del orden internacional, que debe aplicarse en todas circunstancias…Porque las Naciones Unidas son el lugar en donde se construyen la regla y la legitimidad internacionales. Porque ellas se expresan en nombre de los pueblos". Son palabras suyas de un discurso ante las Naciones Unidas, pronunciado el 19 de Marzo 2003, que suscribo enteramente. 

Según dictamen del Tribunal Internacional de Justicia, el Sáhara Occidental no es marroquí. Según Naciones Unidas, es territorio no autónomo pendiente de un referéndum de autodeterminación. Ese es el dictado del derecho internacional sobre el conflicto saharaui, ese mismo derecho cuyos reglas usted, acertadamente, defiende. Pero para preservarlo, no es suficiente instituir organismos jurídicos y políticos. Más importante es acatar sus decisiones y practicar sus valores.

El 14 de Noviembre de 1975, España, Marruecos y Mauritania firmaron el ilegítimo Acuerdo Tripartito de Madrid en virtud del cual el Sáhara Occidental pasó a ser colonia de Marruecos y Mauritania. Obviando la resolución 3458 de las Naciones Unidas con fecha 10 de Diciembre 1975, Marruecos y Mauritania se repartieron el país, involucrando a sus pueblos y al saharaui en una larga guerra. En 1979, Mauritania se retiró del territorio tras el acuerdo de paz con el Frente Polisario, reconociendo más tarde a la república saharaui. Marruecos sigue ocupándolo, conculcando las sucesivas resoluciones de Naciones Unidas sobre el Sáhara Occidental.

Es alentador para un gran número de ciudadanos que Francia tenga al frente de su gobierno a un político de su talla moral. Un intelectual, además, que ha abogado por la globalización de los principios democráticos, inspiradores de su república, por encima de cualquier interés. Ser Francia un aliado de Marruecos constituye una valiosa circunstancia que se debería aprovechar para disuadir al país magrebí de su actuación ilegal, nadie mejor que un amigo para sacarnos del error. Máxime si ese error contradice y daña los principios firmemente defendidos por uno. Quizá haya llegado el momento de que Francia, una nación cuya carta magna tradicionalmente ha simbolizado la igualdad y la libertad, considere la cuestión saharaui con el espíritu que la sustenta.

Cabe recordar, en un momento crítico del conflicto, la deuda contraída por la comunidad internacional con los saharauis. En Marruecos, padecen cárcel, tortura y desapariciones por rechazar la ocupación. El estado de salud de decenas de activistas de derechos humanos se agrava tras días en huelga de hambre en prisiones marroquíes. En los campamentos de refugiados, llevan años soportando el destierro en espera de la ejecución del Plan de Paz de Naciones Unidas para el Sáhara Occidental. No es ficción macabra, Sr. De Villepin. Es la realidad inmérita de un pueblo cuya voluntad ha sido optar por el diálogo y el respeto a pesar de la agresión.   

En toda circunstancia, efectivamente, se debe aplicar el derecho, "la piedra angular del orden internacional". Nefastas han sido las consecuencias de ignorarlo. El pueblo saharaui siempre ha respondido a las propuestas de la comunidad internacional en pro de la paz. Con la liberación de los últimos prisioneros de guerra marroquíes se consumaba la más reciente. Ahora hace falta que "las democracias den ejemplo", exigiendo a Marruecos fidelidad a la base legal que nos rige. Conminar selectivamente al cumplimiento de la ley no hará sino desanimar a sus cumplidores, únicamente conseguirá anidar odio y violencia en los pueblos castigados por la desesperanza. "Una injusticia contra uno sólo es una amenaza contra todos", decía un pensador paisano suyo.  Ojalá, en el interés común, preste oídos a su reflexión.   

Zahra El Hasnaui. Escritora saharaui.

Madrid, septiembre 2005.


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