ANÁLISIS

 

Kofigate: ¿Qué impacto tiene sobre el proceso de paz en el Sáhara Occidental?

Khatry Beirouk

 

(Trad. del inglés por L.Haidar)

El programa Petróleo por Alimentos de Naciones Unidas podría ser el mayor escándalo financiero de los últimos años, algo que se revela todavía más claro al constatar que todas las pistas llevan a los aledaños del Secretario General de la Organización, Kofi Annan. De hecho, algunos ya han etiquetado el escándalo como "Kofigate".

El programa de ayuda de la ONU se puso en marcha en 1995 para ofrecer ayuda humanitario a Irak que, en aquel entonces, estaba bajo sanciones internacionales y lo que en principio parecía un complicado esfuerzo de ayuda se convirtió, más tarde, en timo. Timo que fue desvelado únicamente tras la caída del régimen de Saddam Hussein y la subsiguiente difusión de documentos iraquíes que incluían nombres de personas y compañías implicadas en el fraude.

En enero, el periódico Al Mada publicaba una lista de organizaciones y personas influyentes que supuestamente recibieron bonos del Gobierno iraquí para la compra de petróleo. Entre estas personas, excepción hecha de los miembros de la familia Annan, emergen varias personalidades políticas francesas de renombre como son Charles Pasqua, ex Ministro del Interior, Serge Boidevaix, ex Secretario General del Quai d'Orsay (ambos negaron cualquier tipo de implicación), y el ex embajador en Naciones Unidas y Marruecos, Jean-Bernard Mérimée. Además, numerosos informes de la prensa internacional mencionaron a varios intermediarios vinculados al ex Secretario General de la ONU, Boutros Boutros-Ghali.

La trama que aparece con más claridad es la del señor Mérimée y los miembros de la familia Annan, y su conexión con Marruecos.

Recientemente, el señor Mérimée, que fue embajador de Francia en Rabat (1987-1991) y en Naciones Unidas (1991-1995), declaró a un juez francés que "tras su retirada del Ministerio de Exteriores francés empezó a trabajar para un banco marroquí, el Banque Marocaine du Commerce Extérieur (BMCE). También confesó su implicación en un fraude multimillonario de desvío de dinero proveniente del programa Petróleo por Alimentos de la ONU, así como haber aceptado sobornos de Saddam Hussein.

El ex embajador y consejero especial del Secretario General de la ONU, "fue contratado por el presidente del banco marroquí BMCE, Othmane Bejelloun, como administrador del banco", reveló en abril de 2000 el North Africa Journal. Por las mismas fechas, también el semanario Maroc-Hebdo había informado que Othmane Benjelloun y Jean-Bernard Mérimée unieron sus filas para mejorar la situación financiera del banco. En sus años de asuntos turbios, el señor Mérimée era consejero especial  de Kofi Annan y, además, tenía un escaño en el consejo del banco marroquí BMCE.

Recordemos: Bejelloun es el mismo banquero involucrado en la saga de Hicham Mandari, antiguo colaborador íntimo de la familia real marroquí que tuvo una larga controversia con Mohamed VI y acabó hallado acribillado a balazos en España.

Jean-Bernard Mérimée "tenía estrechas relaciones con el Gobierno francés, dialogaba con las autoridades de la ONU... y tenía a su disposición el oído del Secretario General de Naciones Unidas", escribía Claudia Rosset, periodista que investigó e informó de manera exhaustiva sobre la estafa del programa Petróleo por Alimentos (OFF) de Naciones Unidas.

A pesar de que la ONU dice que el trabajo de Mérimée para la organización finalizó en 2002, su nombre figura todavía en la página web de Naciones Unidas como consejero especial del Secretario General. Y lo mismo ocurre con su tarea en el banco BMCE, pues supuestamente dimitió de su puesto en mayo de 2004 y, sin embargo, su nombre sigue apareciendo en el listado de la página web del banco. ¿Esto ha sido un acto consciente o negligente?

El dinero que Mérimée recibió por sus lucrativos contratos le sirvió para restaurar un chalet que posee en Ouarzazate (Marruecos). Según el Journal Hebdomadaire, esta propiedad fue un regalo de Hasan II por "servicios prestados en el asunto del Sáhara Occidental" cuando era embajador en Rabat. ¡Sorpresa! El hecho de aceptar dicho "regalo" no sólo no puso en peligro la carrera diplomática del señor Mérimée sino que, más tarde, fue ascendido a embajador de Francia en Naciones Unidas. En 2000, Mérimée diría al diario marroquí "L'Economiste": "[Ustedes] deben entender que yo no haya aceptado la propuesta de Benjelloun... hasta haber obtenido la aprobación de Francia y del Secretario General de la ONU   ". ¿Conflicto de intereses?

Sin embargo, la conexión con Marruecos no acaba aquí, pues aparecen, además, dos miembros del clan Annan. Existe una probable conexión entre el programa OFF de Naciones Unidas y el hijo de Annan, Kojo, y su hermano, Kobina Annan, los dos bajo investigación por su supuesta implicación en el fraude. Kobina Annan es el Embajador de Ghana en Marruecos. El año pasado, el Times de Londres informó de que se estaban llevando a cabo investigaciones siguiendo la pista del supuesto papel de Kojo Annan en la consecución de un contrato para la compañía petrolera marroquí [SAMIR] para la compra de petróleo de Irak. Kojo Annan y Hani Yamani, un hombre de negocios saudí, negociaban la venta de petróleo a la compañía marroquí. Yamani es el hijo del poderoso Sheikh Ahmed Yamani, ex Ministro de Petróleo saudí y fundador de la OPEP. Supuestamente, Kojo viajó a Marruecos para finalizar la venta y estuvo presente en importante reuniones. El contrato de SAMIR, nunca desmentido, sería abandonado después según la prensa.

Independientemente de lo que pensemos de Mérimée, el crítico conflicto de intereses que representa su trabajo en el banco BMCE pone en evidencia a la ONU y a su credibilidad. Evidentemente, es verdad que todos los personajes y el sinfín de delitos mencionados más arriba no pueden ser suficientes para fundamentar una acusación. Sin embargo, hay un claro hilo de conexiones de nepotismo y amiguismo que convergen en Marruecos. Y si únicamente se consideraran los comentarios de la esposa de Annan, Nane Annan, publicados a finales de los noventa en Jeune Afrique y en los que expresaba su deseo de vivir en Tánger una vez retirado su esposo, la prueba circunstancial es, no obstante y como mínimo, sustancial y chocante.

Probablemente, este bazar de corrupción no tenga ningún vínculo directo con el conflicto del Sáhara Occidental pero aflora, inevitablemente, algunas preguntas que han permanecido mucho tiempo sin respuesta. ¿Cuánto sabía Kofi Annan? ¿Qué servicios prestó Mérimée en la ONU, si prestó alguno, a favor de Marruecos a cambio de tan generoso(s) regalo(s)? Y lo más importante ¿Qué grado de impacto tuvieron estos casos de corrupción sobre el proceso de paz en el Sáhara Occidental? Indudablemente, hay humo aunque todavía no veamos fuego.










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