(Versión original en catalán: Orfes de pau , Andreu Solà Martín - EL PUNT DIARI, SECCIÓN TRIBUNA, 05/12/2002)
Las propuestas del plan de arreglo de Naciones Unidas que prevén la celebración del referéndum de autodeteminación del Sahara Occidental no se pueden poner en práctica porque Marruecos se opone y sus poderosos aliados occidentales, Francia y Estados Unidos, presionan a los otros miembros influyentes del Consejo de Seguridad para que secunden las tesis marroquíes que pasan por el abandono del plan de arreglo y el aval a una salida autonomista (tercera vía) o a la partición del territorio (cuarta vía). Esta última opción, aunque formalmente descartada por el monarca Muhamad VI, ya que no es popular en Marruecos, no dejaría malparados los intereses del Reino, que mantendría el Sahara útil, con las grandes ciudades y las minas de fósforo, y cedería al POLISARIO, la menos rica zona meridional del Río de Oro, que los alauitas ya accedieron a dejar a Mauritania en los desdichados acuerdos de Madrid.
Las dos vías vulneran el derecho a la autodeterminación del Pueblo Saharaui, tal y como lo han expresado los juristas que entienden de derecho onusiano y, por este motivo, es muy improbable que el Consejo de Seguridad decida abandonar el plan de paz de Pérez de Cuellar, a menos que tenga el consentimiento de todas las partes. Aunque les dos vías proponen consultas refrendarias a medio plazo de la población residente en el Sahara con el objetivo de determinar su estatus político, estas consultas no respetan el concepto de autodeterminación de los pueblos coloniales que se recoge en la resolución 1514(XV) de la Asamblea de Naciones Unidas. Esta resolución sólo otorga el derecho a consulta al pueblo colonizado, en el caso del Sahara, se entiende que fue el saharaui.
Por otra parte, tercera y cuarta vía no tienen en cuenta el pilar fundamental sobre el cual se construyen los procesos de paz. El maestro Lederach lo ha denominado el nivel relacional. Es decir, la reconstrucción de las relaciones en el ámbito psico-social. Este aspecto, que sí que había sido reconocido, aunque parcialmente, en el plan de arreglo (con medidas de confianza como son los intercambios familiares, el retorno de los refugiados bajo administración de Naciones Unidas, la protección de los derechos humanos) no ha sido considerado por los teóricos de las vías alternativas, ni por sus ilustres defensores en nuestro país. Para que algún día, saharauis y marroquíes puedan convivir pacíficamente en el Sahara, es necesario crear una marco de seguridad y confianza a partir del cual las dos comunidades puedan iniciar el difícil camino de la reconciliación. Tercera y cuarta vía, al excluir Naciones de la fase de construcción de la paz, imposibilitan el desarrollo de este marco y, de hecho, conllevan un retorno a los hostilidades.
Si hoy en día, los designios de la alta política no pasan por la celebración del referéndum en el Sahara, no por ello el plan de paz de Naciones Unidas tiene que ser desechado. El plan de arreglo de Pérez de Cuellar, no los olvidemos, comprendía muchos otros aspectos relacionados con la resolución del conflicto que pueden ser desarrollados, con el objetivo a largo plazo, de facilitar el retorno de los refugiados (la limpieza de las minas antipersonales, la construcción de infraestructuras, los intercambios familiares, la liberación de prisioneros políticos y de guerra, la protección de los derechos humanos).
Desgraciadamente, los desacuerdos respeto a la cuestión del censo son utilizados por Marruecos para frenar el desarrollo de todos estos aspectos. El pasado día 7 de noviembre, el representante especial del secretario general de Naciones Unidas en el Sahara, el americano Lacy Swing, se entrevistó con el Ministro de Exteriores de Marruecos, Benaissa, para incidir en las medidas de confianza del plan de paz, en particular, los intercambios familiares. Marruecos se ha negado, hasta ahora, a permitir el desarrollo de estas medidas.
Según las propuestas del plan de arreglo de Pérez de Cuellar, la fase de transición hacia el referéndum tiene que empezar, una vez la confección la lista del censo electoral se haya completado (al margen de las alegaciones). La lista está lista desde principios del año 2000. Por tanto, Naciones Unidas tiene la potestad de situar el plan en la fase transitoria. En esta fase, las Naciones Unidas pasarían a ser la administración única del Sahara y Marruecos tendría que reducir de forma substancial su número de soldados acantonados en el Sahara. Si el Consejo de Seguridad se inclina finalmente por reimpulsar el plan de paz de Pérez de Cuellar, tendrá que ejercer más presión sobre las autoridades de Marruecos y aumentar el contingente de las fuerzas internacionales.
Con vistas al referéndum, una administración transitoria de Naciones Unidas, sería el mejor sostén para garantizar el retorno de los refugiados saharauis y empezar a trabajar a nivel relacional. Las Naciones Unidas tienen aún mucho trabajo que hacer en el Sahara, hay que tener confianza y, a la vez, exigir al Consejo de Seguridad que dote a la Minurso de los recursos necesarios para llevar a la práctica su mandato de una vez.
Traducción del artículo: Andreu Solà Martín