OPINION
traducción de F. Guijarro de "Maroc : noces royales et magouilles sécuritaires! "
Mientras el rey Mohamed VI celebraba por fin su casamiento, con gran pompa y en presencia de 1500 huéspedes de marca incluyendo a Bill Clinton, "su ejército" se apoderaba de un islote con escaso estatuto jurídico, creando al mismo tiempo una seria crisis con España. Una de dos, o M16 está inmerso en su boda por completo y es feliz, o bien tiene el don de la ubicuidad y juega a los grandes estrategas creando ipso facto una crisis abierta con el Estado español.
¡Curiosa coincidencia ésta de superponer o confundir un casamiento real y una gruesa pelea de vecindad!
En realidad, la ocupación marroquí del islote Leila, en la costa mediterránea, significa que la decisión no es del rey, y menos aún del Gobierno Yusufi.
Las fuerzas de Seguridad y Vigilancia de Marruecos, desde el Ejército a la Gendarmería pasando por la DST, preparan a su manera las elecciones de septiembre, es decir el post-Mohamed VI. Éste último no ha gobernado nunca en realidad, el marketing político ha hecho de él un rey aceptable desde todo punto de vista incluido el liberalismo de sus costumbres, pero los gerentes del Majzen, tres años después de la muerte de Hasán II, no han encontrado aún a un verdadero Jefe de Estado ni a un Príncipe de los Creyentes temido y respetado.
La boda real encubre bastante mal la ausencia de un poder fuerte y la existencia de una frenética agitación en el seno de las fuerzas de seguridad. Se tiene el sentimiento de que el Ejército, la Policía y la Gendarmería, en la más completa confusión, se disputan el poder garantizando la perennidad de la monarquía. M6 es su rehén, y todo hace creer que el clan que se lleve el bocado será quien consiga desmantelar a la fuerza política mejor organizada y estructurada del país: el movimiento islamista del chej Abdessalam Yasín, al'adl wal ihsan (Justicia y Beneficencia). Los efectos de las noticias en torno a la famosa red marroquí de Al Qaeda, bajo el pretexto de la lucha contra el terrorismo internacional, no tienen más finalidad que la de excluir del campo político y de las próximas elecciones a los islamistas. La retórica en torno al control de la emigración cladestina es otra señal fuerte dirigida a Europa, para hacer ver que esas fuerzas tienen controlado al país.
La crisis abierta con España, en el momento en que el asunto de Gibraltar constituye una tensión con Gran Bretaña, es un mensaje explícito por parte del Ejército marroquí sobre la cuestión del Sáhara Occidental. Por esta acción, España debería entender que la marroquidad del Sáhara no va a ser puesta en entredicho.
¿De qué estará hecho el mañana? ¿Cuál será la reacción española en el plano militar y diplomático, cuál la de Argelia, de la UE y de los EE UU? Es pronto para decirlo, pero lo que es seguro es que en Marruecos, la crisis del poder se está encubando peligrosamente detrás de los cánticos de la boda.
Lausanne, 13 julio 2002