OPINION

La crisis hispano-marroquí y la cortina de arena.

Carlos Ruiz Miguel *

Los días 23 al 25 de noviembre se celebró en Sevilla la 27ª Conferencia Europea de Apoyo al Pueblo Saharaui con asistencia de parlamentarios denumerosos países africanos, europeos y americanos y delegaciones decuatro continentes. No es, ni mucho menos, la primera vez que se celebraen España. De hecho, España ha acogido más de la mitad de las Conferencias celebradas hasta el momento: la anterior, hace 2 años, en

Las Palmas de Gran Canaria. Por tanto, no hay por parte de España ningún elemento "nuevo" que justifique el comportamiento marroquí.

El Gobierno "sugirió" a los medios de comunicación nacionales que no informaran de la Conferencia y así los días 23 a 25 la prensa no se hizo eco de la misma, pese a la presencia de destacadísimas personalidades como la premio Nobel Rigoberta Menchú o la fundadora de "France Libertés" Danielle Mitterrand a quien Marruecos, hacía apenas unos días, había prohibido la entrada en el Sáhara Occidental ocupado. Las autoridades incluso dieron una cifra notoriamente inferior a la real de los asistentes a la gran manifestación de apoyo al pueblo saharaui que recorrió las calles de Sevilla. Así, una manifestación que ocupaba dos carriles de la calzada en una extensión de casi un kilómetro se estimó que contaba con "unos 3.000" asistentes. Sin embargo, todos los "buenos oficios" de los poderes españoles por no dar relevancia a la Conferencia y a la manifestación, con vistas a no "molestar" al molesto vecino del sur fracasaron. Marruecos había diseñado una operación para crear más tensión.

Así fue. En la 26ª Conferencia Europea de apoyo al pueblo saharaui celebrada el año pasado en Bruselas, aparecieron unos individuos presuntamente integrantes de una asociación llamada "El Sáhara Marroquí" que intentaron "reventar" la conferencia. Los mismos individuos, también en Sevilla quisieron perturbar el sábado 24 la celebración del aniversario de la fundación de la RASD. Se trataba de una operación perfectamente diseñada en tres actos. En primer lugar, sobre las 11 de la mañana, aparecieron cinco sujetos corpulentos que pretendieron acceder a la Conferencia sin contar con las oportunas acreditaciones. En ese momento policías de paisano intervinieron invitando a estos cinco individuos a identificarse. Los cinco marroquíes, con serenidad y perfectamente entrenados, alegaron sus derechos. La policía descubrió un coche del que se habían apeado con material para "reventar" la Conferencia y la manifestación, tras lo cual fueron invitados a abandonar el lugar. En segundo lugar, muy poco después, unos supuestos periodistas, en realidad elementos de la seguridad marroquí, quisieron entrar en la Conferencia, nuevamente sin acreditación alguna. El gobierno marroquí quiso implicar en la operación al semanaro crítico independiente "Assahifa", alegando que uno de los supuestos periodistas era enviado de esta publicación, pero el director de "Assahifa" negó que ningún periodista de ese medio hubiera ido a Sevilla. Finalmente, en tercer lugar, se había preparado a algunos cientos de inmigrantes marroquíes para que se "contramanifestaran" por la tarde, provocando a los asistentes a la gran marcha que cruzó Sevilla. La policía española desbarató esta operación y la seguridad de los asistentes quedó en todo momento garantizada.

La pregunta es ¿por qué Marruecos realiza tan torpes maniobras? Hay varias explicaciones no excluyentes entre sí.

El primer motivo, como es sabido, es aumentar la presión sobre España para conseguir nuestro apoyo a la pretensión de anexión del territorio.
En efecto, a través de todas estas provocaciones, se trataría de crear en España un "sentimiento de culpabilidad" que provocara como reacción un "acto de contrición" consistente en aceptar o acercarse a los planteamientos de la monarquía marroquí. Esta estrategia, lamentablemente, resulta eficaz con ciertos políticos españoles notoriamente acomplejados. Es el caso del ministro Piqué, que muy pocos días antes llegó a afirmar que "el referéndum de autodeterminación está resultando imposible" dando a entender que España favorecía la sedicente "tercera vía". Afortunadamente, no parece que el resto del Gobierno comparta ese planteamiento entreguista. Pero la presión se mantiene.

El segundo, es crear una cortina que oculte el grave deterioro político interno que sufre Marruecos. No es casualidad que Marruecos provoque esta nueva escalada de tensión unos días después de que se produzcan dos hechos muy significativos. Por un lado, un tribunal acaba de condenar al periodista crítico independiente Alí Mrabet a tres meses de prisión y a una cuantiosa multa por el "delito" de haber informado de que el Rey pretendía vender uno de sus numerosos palacios. Por otro lado, en el territorio ocupado del Sáhara Occidental, el levantamiento popular de Smara en protesta por las condiciones sociales de los habitantes y reclamando la independencia ha ido en aumento, sobre todo después de que el preso político más antiguo de África, Sidi Mohamed Dadach fuera liberado tras una campaña internacional en su favor. Dadach se dirigió a la Smara ocupada donde pronunció una arenga independentista ante una multitud enfervorizada. Las protestas han sido durísimamente reprimidas por la policía marroquí, causando varios heridos y llegando a entrar en la mezquita de la localidad para detener y apalear a mujeres y niños. A esto se unen las manifestaciones de protesta producidas en Gulimín, ciudad saharaui en el sur de Marruecos.

Ocurre que estas maniobras pueden desencadenar un efecto contrario al deseado por el monarca marroquí.

En efecto, por un lado, una presión tan brutal como la que ejerce Marruecos contra España en el asunto del Sáhara ha puesto de manifiesto mentiras y circunstancias que habían quedado veladas por una cortina de arena. En primer lugar, si era cierto como dijo Mohamed este verano que él "había conseguido arreglar el asunto del Sáhara", ¿a qué viene esta presión si el tema ya lo tiene arreglado? En segundo lugar, todo esto ha hecho ver que nuestra relación con Marruecos no es equitativa y que se puede calificar de masoquista, resumiéndose en una frase: nosotros pagamos (ayudas económicas importantísimas), vosotros nos maltratais (pesca, inmigración, droga, desaires diplomáticos). La opinión pública española por primera vez está percibiendo cuál es la verdadera realidad de estas relaciones. Y, en tercer lugar, y esto es muy importante, las maniobras marroquíes han llevado a que muchos miembros del "lobby" pro-marroquí español hayan tenido que "salir del armario" para salir en defensa de Marruecos. Así ha sucedido con Jerónimo Saavedra, Luis María Ansón o José Miguel Zaldo.

Por otro lado, las continuas acusaciones marroquíes a España de dar cobertura al Polisario hacen que la población saharaui de los territorios ocupados sienta que su lucha tiene un eco internacional, lo que supone para ella un indudable aliciente.

Marruecos está gobernado por un rey inexperto y peligroso. Un rey que no dudaría en provocar un enfrentamiento armado con un Estado miembro de la Unión Europea y de la OTAN. Que nadie lo dude. Por mucho que sea la influencia francesa, la Unión Europea y la OTAN respaldarían a España.

Urge cambiar el sistema político marroquí.

*Carlos Ruiz Miguel, Catedrático de Derecho Constitucional, Facultad de Derecho de la Universidad de Santiago de Compostela


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