Desde que en el diario EL PAÍS existe el suplemento del “dominical”, no se recuerda que la cuestión saharaui se haya merecido un rincón de dicho espacio. Este suplemento ha sido siempre el lugar donde dicho diario condensa su finalidad última: conformar la opinión pública, para consiguientemente, orientar la acción de los gobernantes o, al menos, intentarlo. No en balde, tienen ahí, columna fija el Sr. Pradera, Estefanía y otros astros de la intelligentzia del diario.
Dado que existe una gran afinidad entre la línea editorial de EL PAÍS y la del partido actualmente en el gobierno, el poderoso lobby promarroquí la ha aprovechado, utilizando la figura de un catedrático, miembro para más señas del comité Averroes, para sembrar la confusión en la sociedad española, cantando las virtudes de una imposible autonomía en Marruecos y, así, presionar aún más si cabe al gobierno a fin de que adopte dicha solución como óptima para resolver el conflicto del Sahara Occidental.
Para su mejor encaje en el suplemento, el panfleto se ha publicado bajo el epígrafe de “Reportaje Nacional”. Reportaje sobre “un complejo español no superado después de 30 años”. Entonces se procede a una alteración y adulteración de los hechos históricos. De tal guisa que la histórica violación, por parte de España, de sus obligaciones internacionales se convierte en un mero “abandono de las poblaciones que en su día fueron nuestros conciudadanos”.
Así las cosas, el problema que atormenta las conciencias de España deja de ser una cuestión de legalidad internacional, ya no es un asunto firmemente incrustado en la cúspide del Derecho Internacional. Es una simple cuestión humanitaria cuya solución bien se puede implementar sin necesidad de apelar a la legalidad internacional.
Parece así, que el umbral de las demandas de los, en su día, abandonados se encuentra en la asignación de alguna partida presupuestaria de la Agencia de Cooperación. Además, el uso de cierto términos otorga mayor credibilidad a las orientaciones del catedrático. Así, nos habla de “poblaciones que en su día fueron nuestros conciudadanos”. Con ese uso del plural nos quiere hacer creer que el pueblo saharaui engloba en su seno varias cosas diversas y de distinta naturaleza.
Lo verdaderamente llamativo de todo este conflicto no es el cambio de postura de determinados partidos políticos, como Bernabé pretende. Lo que no se comprende ni se justifica es la posición de Goytisolo. Un hombre tan laureado por su defensa de los valores de democracia y libertad y, a la vez, autoexiliado en una autocracia medieval, que apoya públicamente la ilegal anexión del Sahara por Marruecos . Ni qué decir de Semprún, superviviente de los campos de concentración y, ahora, partidario de meter a los saharauis en otro campo de concentración. Ese es el drama de alguna izquierda intelectual y política.
El CORCAS, ese fantasma cuyos miembros, algunos incluso muertos, han sido designados a dedo por Mohamed 6º, se nos presenta por boca de este servidor del Majzen como el salvavidas. Extraña coincidencia en los gustos: Zapatero, Bernabé López, Franco y EL PAIS, todos, quieren a Jalihenna.
El diario EL PAÍS, en un montaje de suma vileza, nos presenta un “Reportaje Nacional” que cuestiona el carácter único y legítimo de la representación que ostenta el POLISARIO. El autor mismo cae en una enorme incongruencia al afirmar que tampoco podía, el PUNS, ser el representante legítimo del pueblo saharaui, porque era de creación colonial. ¿ A caso el CORCAS no ha sido designado a dedo por un régimen extranjero? A caso el hombre que estaba al frente del PUNS no es el mismo que está, ahora, al frente del CORCAS? Aún así, Bernabé López sigue empeñado en presentarlo como la mejor solución para el Sahara, eso sí, apoyada por generosas partidas de la Agencia de Cooperación.
El hecho de que este artículo se publique en EL PAÍS tiene como última finalidad frenar, por la izquierda, las posibles resistencias que podrían surgir ante una eventual asunción, por parte de España, de la autonomía como solución óptima. Se dirige a la izquierda social para que no se oponga a Zapatero si, al final, opta por apoyar públicamente a Marruecos. De ahí que el autor principie su artículo dirigiéndose a los que, en su día, se opusieron a Franco, luego menciona el PCE y, finalmente, le echa en cara a “nuestras izquierdas” el que “crean a pies juntillas en esa Argelia que recibía con honores de jefes de Estado a los miembros de la Junta Democrática”. Pero no es la Junta Democrática la que desmerece ser recibida con honores de jefes de Estado. El autor, viene a insinuar que Argelia recibía a la ETA cono honores de jefes de Estado y, por tanto, no puede ser apoyada por la izquierda. Eso es lo que López García, quiso decir.
Y
dirigiéndose ya, el autor, a todos los lectores del diario,
intenta redondear a la baja la presión de Buteflika a Zapatero,
(abroncado, han exagerado algunos, sic), para demostrar que los amagos
de Zapatero tampoco han sido tan mal vistos por Argelia.
Huneifa ibnu Abi Rabiaa.
ibnuabirabiaa@yahoo.es
29.12.06