Luis Hernández Rocha
Uno de los efectos inmediatos de los horribles atentados del 11 M sobre la cuestión del Sáhara Occidental, ha sido, indiscutiblemente, la repentina postración del nuevo presidente electo, el señor Rodríguez Zapatero, ante el Comendador de los Creyentes del Reino de Marruecos, pues su visita al sátrapa alauita ha sido ante todo una rendición de pleitesía. Además, claro está, de un "flechazo entre los dos", como dice orgullosamente la prensa marroquí. Y no es para menos, pues el Majzén marroquí estaba siendo asediado por todas partes y se veía aceptando, de mala gana, la única solución aceptable, duradera y justa que es, a saber, la que desemboca en un referéndum de autodeterminación del pueblo saharaui. Sin embargo, de la noche a la mañana y tras un atentado perpetrado por terroristas marroquíes, que se saldó con 191 víctimas mortales y casi 2000 heridos, se abre una brecha en el cerco internacional. Nace, de nuevo, la esperanza ya casi perdida de los buitres sarnosos del Majzén alauita, verdaderos carroñeros de la política de la dilación y la mentira. Una nueva víctima había caído en sus redes; los atentados del 11 M habían surtido efecto, no fueron en vano, Zapatero puso los pies en polvorosa y abandonó su posición en el frente internacional saharaui. Así es el terrorismo, si uno no los tiene bien puestos acaba aterrorizado y haciendo lo que sea con tal de salvar el pellejo (o creer salvarlo, mejor dicho). No importa el precio. Pero si, además, el precio consiste en el derecho de autodeterminación de un puñado de beduinos desnutridos desperdigados por el desierto, la tarea de pisotearlo se hace tentadora: es, aparentemente, tan fácil, tan sencillo pisotear ese derecho por muy legítimo que sea, que se convierte incluso en una acción elegante, estética, ya que no ética. Entre el moro terrorista, amenazador e insolente, y el beduino pacífico, paciente y respetuoso, el "talento" aconseja besarle la mano al primero sin rechistar ni pronunciar nada que pueda contrariarle (no vaya a enfadarse y se encapriche por Ceuta y Melilla) mientras que en referencia al segundo, el beduino, lo aconsejable es ignorarle, darle la espalda, y si hay que hablarle, que sea con vehemencia y altanería. Así están las cosas y así es el "talante" nacido del costado del terrorismo marroquí. Y en este sentido, el señor Zapatero, durante la ceremonia de su rendición de pleitesía a mohamed 6º, tuvo mucho cuidado con sus palabras, gestos y movimientos para no desatar la ira majzení. Sobre todo, se cuidó de no pronunciar ningún sonido que se parezca a "pueblo saharaui", "Frente Polisario", "Plan Baker", "Referéndum de autodeterminación"...
Es más, para la típica expresión de "intereses de las partes" se sacó de la manga una expresión que lo dice todo sobre sus aterradoras intenciones: "los derechos de las partes". Con esta expresión, aparentemente inocua, Zapatero entrega el Sáhara a Marruecos, pues habla de "derechos", es decir, Marruecos tiene "derechos sobre el Sáhara". Ni los propios marroquíes han llegado tan lejos, pues su discurso ha girado siempre sobre el principio de "sus intereses y su soberanía", pero nunca sobre sus derechos sobre el Sáhara.
De todas formas, lo que no sabe Zapatero es que cuanto más ceda ante el terrorismo marroquí, más adrenalina olerá el perro sarnoso del Majzén, con lo que atacará con más fuerza y decisión que nunca. No debe olvidar que el sueño onírico del Gran Marruecos sigue latente en todas las cabezas pensantes del vecino meridional, que están convencidos de que un día no muy lejano se hará realidad, sobre todo ahora que cuentan con la nueva arma del terrorismo. Y que dentro de ese onírico Gran Marruecos se incluyen Ceuta y Melilla, Chafarinas y las Islas Canarias, además, claro está, del Sáhara, Mauritania, un tercio de Argelia y gran parte de Malí. Cada vez que cae una torre, las demás se hacen más vulnerables.
Por otra parte, e incluso visto todo lo anterior, uno puede contenerse y esperar a que Zapatero deje clara su postura sobre el conflicto del Sáhara, pues aún no ha tenido tiempo de mover ficha. Tengamos paciencia, crucemos los dedos y esperemos que Zapatero no haga un remake de los Acuerdos Tripartitos de Madrid.
León, a 29 de abril de 2004