OPINION

 

 DEMOCRACIA A LA MARROQUÍ

ALI LMRABET, Periodista, Lauréat du Prix Reporters sans frontières - Fondation de France 2003

(Traducido del francés por L. Haidar)

 

 

En Salé, a 25 de diciembre de 2003
Preso de conciencia nº 91035
Prisión local de Salé (Marruecos)

El día 24 de diciembre, en el transcurso de la emisión televisiva "Fil Wajiha" de Malika Malak, en la cadena 2M, el ministro de justicia marroquí Mohamed Bouzoubaa cometió una peligrosa manipulación de la verdad, lo cual dice mucho sobre la honestidad intelectual y moral de este personaje público. Como yo no dispongo de los medios del Estado para poder pegársela retorcidamente a alguien y que mi campo explicativo está limitado por mi "secuestro" legal, iré directo al grano. Pasando de las formas, lo importante es presentar los argumentos de manera más convincente que las mentiras de un ministro de justicia cuyo gabinete se hunde bajo el descrédito y el abuso de poder sobre sus propios funcionarios.

1. El Sr. Bouzoubaa se interesa por mi estado de salud, al que ha calificado hasta de "excelente". No sé cómo el ministro ha podido decir eso, pues la única vez que he sido auscultado por un médico en los 25 días de huelga de hambre ha sido el martes día 23 de diciembre. Entonces el facultativo de la prisión me diagnosticó el principio de un problema de funcionamiento de los dos riñones y de la vejiga, por lo que me ha prescrito un tratamiento. El ministro habla de un "informe", pero ¿de qué informe se trata? ¿Por quién está firmado? ¿Y cuándo? ¿El origen de ese "informe" no será el [temido Servicio Secreto] DST, que es quien pincha y corta en la cárcel de Salé?

El Sr. ministro cuenta que yo recibo visita ¡claro que sí! Pues mientras aguante y pueda caminar no guardaré cama. Yo no sé hacer teatro y si el Sr. Bouzoubaa, al menos una vez en su vida, hubiera hecho una huelga de hambre, sabría que uno puede ponerse de pie, salvo si hay complicaciones, hasta los 40 días.

Estoy seguro de que la opinión pública no se deja embaucar y que sabe diferenciar entre el auténtico militante capaz de poner en peligro su salud para defenderse, y el traficante que negocia con el derecho para enriquecerse y sabe cómo doblegarse, ante la camarilla de seguridad que gobierna Marruecos, para conservar su traspontín ministerial.

2. Durante la emisión del programa "Fil Wajiha", el Sr. Bouzoubaa declaró triunfante que el otro periodista detenido, Mohamed Lhourd, le había enviado una carta en la que aseguraba que yo no era objeto de ningún acoso por parte de la administración penitenciaria.

Primero, habría que preguntarse si realmente el Sr. Lhourd escribió esa carta, pues él lo niega vehementemente y habla de "manipulación de la administración penitenciaria". El jueves, día 25 de diciembre por la mañana, estaba haciendo público un mentís.

Segundo, y es donde está el verdadero misterio, si verdaderamente el Sr. Lhourd ha firmado esa carta (obligado o a cambio de la promesa de ponerle en libertad) haría falta que explique por qué ha firmado conmigo, de su puño y letra, varios comunicados y correos en los que se detallan todas las miserias que la administración penitenciaria nos hace sufrir. Además, durante la visita de una delegación del Consejo Consultativo de los Derechos Humanos (CCDH), he remitido personalmente al Sr. Aziz El Ouadie el original de una denuncia dirigida al Sr. Azziman en la que se detallaba la agresión de la que he sido víctima por parte de un jefe de guardia. Fue el pasado 11 de diciembre y la carta estaba firmada por el Sr. Lhourd; una evidencia difícil de negar.

Claramente, hay un problema: o bien el ministro de justicia miente y manipula los hechos para proteger a los funcionarios que tienen la misión de acosarme mientras siga escribiendo y publicando; o bien es Mohamed Lhourd quien está mintiendo a cambio de no sé qué promesa.

Este episodio es una prueba de que Mohamed Bouzoubaa y sus amos son capaces de todo. Son capaces de travestir los hechos, manipularlos, o utilizar a un periodista en contra de otro con el único objeto de no perder prestigio o para disimular sus defectos.

Más que nunca, exijo una comisión de investigación, dado que Mohamed Lhourd no es el único testigo existente, otros reclusos están dispuestos a testificar.

Hace falta que venga una comisión médica, una verdadera y no una fantasmagórica que nadie ha visto, para que evalúe mi estado de salud.

También haría falta que cesaran las persecuciones y que me fuera reconocida mi condición de preso de conciencia, abriéndose así el camino para la mejora de mis condiciones de reclusión.


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