Hace treinta años y un mes de aquello, que sigue siendo "ya digo" el mismo blues (algún rapsoda más, alguno menos). Y acá continuamos, los que aún estamos, buscando no un "cuarto de estar" sino un cuarto de ser, o la mitad, o la raíz cúbica siquiera. Tal vez, la quintaesencia saharauía, el diálogo y el silencio saharauis, nuestro terciopelo y nuestras razones y sinrazones, el medio saharaui, toda nuestra matemática contada y cantada... no sean sino una búsqueda eterna de nosotros mismos.
Bien sabe el sexto de los "mojamés", bien sabía también su padre y el espíritu de la madre que los engendró, del chovinismo natural saharaui. Bien conocen la insalubridad mental de las gentes del Sáhara ... Llamarnos Ahel Sáhara por gusto, por convicción, por entereza, por suerte (o desgracia), por juicio, por adicción, ¡qué pecado el nuestro!
Pero al mundo saharaui le urge una tregua donde trazar bien su ajedrez: treinta años de verdadero letargo son un atropello a la inteligencia y a la testosterona patrias. ¿O no? ¿Se puede ser más bidani aún?
- Pues, no sé.
- Son muchos años; toda nuestra vida practicando un saharauismo inadecuado.
- Cierto.
- Lo hemos soñado ya todo. ¿Qué nos queda?
- Algunos ya han cantado el "Adiós Muchachos".
Nada. Lo dicho: sigamos todos pendientes de la pantallita chica, la micropantalla del teléfono celular... a ver qué pasa durante otros treinta años. Los que pueden, y quieren, llegar... hasta allá donde se cruzan las saharauidades más prosaicas con las de más enjundia… allá donde fracasa la inteligencia.
26.12.05