OPINION

 

 LOS OJOS DEL SAHARA

 por Joan F. López Casasnovas1

Decía el poeta Ch. Baudelaire que el mundo funciona sobre la base de un gran equivoco. Yo también lo creo. Si el escenario de la política es, más que el del teatro, el de la simulación, el escenario de la política internacional, más que la simulación, es el reino de la hipocresía. Habría suficiente con recordar la doble vara de medir que usan indefectiblemente los poderosos. ¿Juzgará algún día el Tribunal de la Haya algún mandatario europeo (por ejemplo al Sr. Javier Solana) por sus graves responsabilidades en el conflicto de los Balcanes? ¿Recordarán las condenas al régimen chino por las matanzas de Tiennamen los mismos mandatarios norteamericanos, ingleses, españoles … que viajan a Pekín en misiones comerciales y diplomáticas? Las resoluciones de las Naciones Unidas respecto a la ocupación de Palestina, los israelíes se las pasan por las entrepiernas. ¿Qué diremos de la resistencia del pueblo kurdo, a pesar del genocidio sometido por Irak y Turquía? ¿O no es Turquía un estado de la OTAN? ¡Ay, aquella publicidad occidental con una mujer kuwaití, en que protestaba por la invasión iraquí, causante de la Guerra del Golfo! ¿Qué dicen ahora los países occidentales de la absoluta falta de democracia, de la marginación de la mujer y de las situaciones vejatorias a las que las someten en aquella zona del mundo (Arabia Saudí, Emiratos Árabes, Kuwait, etc.)? ¿Sabíais que los que se han gastado en la guerra de Afganistán supera con creces las ayudas al desarrollo en todo el mundo? El panorama es para no terminar. MacNamara reconoció treinta años después, que el incidente que desencadenó la guerra de Vietnam la habían provocado los mismos americanos, igual que sucedió con el hundimiento del acorazado Maine en la bahía de Santiago de Cuba en 1898. Los gobernantes españoles no tendrían que olvidar las lecciones de la historia, sobre todo las que han sufrido sobre sus espaldas.

Pero olvidan cuando les interesa, o bien dan la espalda, esconden la cabeza, miran discretamente hacia otra parte si es que la realidad les impone un espejo donde ver su cara fea.

El pueblo saharaui vive todas las precariedades imaginables en la hamada (arena y piedras) del desierto argelino. Lo vive con una dignidad impropia de este mundo de miseria moral en el que estamos instalados. Todo sea dicho: ¡qué lección de nobleza! En el mundo hay causas justas, y esta es una de ellas.

¿Se puede esperar que un Estado como España reconozca y actúe para aplicar en el Sahara Occidental el derecho de autodeterminación, cuando la propia sacrosanta Constitución no lo reconoce? ¿Exigirá Francia, que ha celebrado a bombo y platillo ("allons enfants de la Patrie!") el cincuentenario de la Declaración de los Derechos Humanos, el ejercicio de uno de los derechos humanos fundamentales? No lo hará, porque los intereses comerciales, geoestratégicos, … atan a los países de la Unión Europea con Marruecos. ¿Qué se podía esperar de Pérez de Cuéllar que tiene intereses particulares en aquella zona?

Por mucho que hablen del componente ético de la política internacional, los ministros plenipotenciarios no dejan de moverse en exclusivas "razones" comerciales o estratégicas. Mejor que lo digan. En España, en tiempos del PSOE, el embajador español en la ONU tenía que votar la condena del dictador Sukharto, de Indonesia. Momentos antes de entrar en la sesión, recibió una llamada telefónica del Ministro de Asuntos Exteriores de España y le invitó a abstenerse. El motivo de que los atentados a los derechos humanos del dictador ya no eran condenables: el contrato de Construcciones Aeronáuticas en Yakarta para fabricar aviones caza. En España, en tiempos del PP, cuando la opinión pública internacional pugnaba para salvar la vida del líder kurdo Ocalan, condenado a muerte por el régimen turco, el vicepresidente del gobierno Rodrigo Rato y el príncipe Felipe de Borbón viajaban a Estambul acompañando a 25 empresarios españoles que ataban contratos de venta de armamento a Turquía. El vasallaje aznariano respecto a la pareja Busch-Blair no se explica sólo por razones de defensa de la libertad, la libertad de Estados Unidos de hacer lo que quiera. ¿Visteis la noticia? Tal vez no, estaba perdida entre las páginas económicas de algún periódico del miércoles pasado. Es esta:

"CASA construirá 35 aviones para EE.UU. (El Mundo, 29/01/2003). &endash; Washington.- La joint venture constituida por EADS-CASA y la constructora estadounidense Lockhed Martin se ha adjudicado un contrato de 25 años de duración con el Departamento de Interior de Estados Unidos para la construcción y montaje íntegro de 35 aviones guardacostas C-235 en la factoría que la compañía tiene en Sevilla. // El vicepresidente ejecutivo de Marketing de EADS-CASA, José Morales, se encargó ayer de comunicar la firma del contrato al presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, quien se encuentra de visita oficial en Washington."

¿Hasta cuándo aguantará la vieja Europa (Francia y Alemania) su actitud de firmeza contra la nueva guerra preventiva en Irak? No tenía muchas esperanzas; pero menos tengo ahora después de escuchar en las noticias del mediodía que Francia ha firmado un contrato con Gran Bretaña para construir sendos portaaviones por valor de 5.500 millones de euros (915.123 millones de pesetas). ¿Está claro, pues, qué es la guerra preventiva contra el terrorismo internacional?

La estricta neutralidad expresada por los sucesivos gobiernos españoles en el tema del Sahara cuando hacía y hace falta toda la presión posible, es una ensalivada hipocresía. Gargajo al cielo que caerá (ya ha caído, está cayendo) sobre los mismos bigotes de quien lo ha lanzado. Frustrado el referéndum de autodeterminación en 1992, hay una sociedad civil beligerante aún en la exigencia de los Acuerdos de la ONU. Si se punza con hielo las miradas cálidas de los niños saharauis, si se traiciona la esperanza, ¿qué les quedará, a los que a pesar de las buenas palabras, han continuado dando apoyo y votos a los gobiernos traidores? Ni la rabia les puede quedar, hipócritas.

Pero esta noche estamos aquí para presentar un libro. Dejadme decir que los hechos culturales se encuadran y se explican por los contextos en que se producen. ¿O es qué un libro como el que tenemos en nuestras manos no tiene ninguna relación con la noticia de un nuevo aplazamiento para poner en marcha el plan de paz de las Naciones Unidas respecto al Sahara? ¿Cuántos aplazamientos ya se acumulan? Ciertamente debe haber números mágicos, ya que si no, no se puede explicar que la Resolución 1441 de las mismas Naciones Unidas sea interpretada con motivo suficiente para desatar un nuevo holocausto bélico en Irak, mientras que muchas otras resoluciones han sido poco más que papel mojado. Qué mala suerte que los números de las resoluciones que afectan Etiopía, Palestina o el Sahara Occidental no tengan el número mágico 7 x 2 y reduplicado a la inversa, resultando un número capicúa: 1441, ¡esto si es un número importante para una resolución! A la pareja Bush-Blair no les hace falta ninguna otra para iniciar el proceso de apropiación del petróleo iraquí. En fin, comprenderán ustedes que los ciudadanos perplejos pensemos en la gran equivocación mundial de que hablaba Baudelaire. Y bien:

Aún escribimos novelas, cuentos, teatro, ensayo … Pero ¿por qué escribimos? ¿Es lo mismo escribir teatro que poesía? ¿Escribimos para revelar algún secreto? ¿Se parece mucho, poco o nada decir y escribir? ¿Sólo el poeta tiene voz y canta o llora su secreto? Esto es lo que pensaba María Zambrano sobre la escritura, sobre los retazos de vida que desean huir de la inmediatez para volverse más perdurables. Vivir y escribir no son cosas muy diferentes. La escritura tiene una ventaja sobre la vida, y es que escribiendo se pueden hacer borradores. La vida es irreversible. Escribir es, realmente, una forma de vivir intensamente. Tenemos un libro en las manos o escuchamos a quien habla: dejémonos apalabrar con justicia o escuchemos a quien lo hace por nosotros. Los poetas son auténticos coleccionistas de experiencias, hombres de frontera que se hacen tan lejos como pueden del centro gris y mediocre de la sociedad y que miden la autenticidad de su vida por la originalidad de sus vivencias.

Me parece que el único tema de la poesía es la poesía y, en consecuencia, puede hablar de todo, de política, de revolución, de huelgas, de amor, de desamor, de dios … siempre que sea poesía. Creo que hay un tema muy serio como es el de la historia. Como decía Goethe: toda poesía es de circunstancia, y de otra forma también lo decía Paul Éluard. En los años 50, cuando había la guerra de Corea, él era miembro del PC, y entonces no había ningún poeta del partido que no hubiera escrito sobre la guerra. Él no. Y cuando le preguntaban el por qué, decía que él escribía un poema político cuando la circunstancia exterior coincidía con las circunstancias de su corazón.

Hablemos del libro que tenemos en nuestras manos. No es un poemario de combate, aunque hay alguna poesía que hable de guerra. No es una colección de textos panfletorios, como alguien podía pensar dada la situación límite del pueblo al que pertenecen estos poetas. Ante todo, estos escritores saharauis se manifiestan con sus obras como poetas. Hombres (¿no hay ninguna mujer saharaui que escriba versos?) que sienten unas obsesiones muy humanas y a medida que las expresan, las comunican y las liberan. Hablan del tiempo que pasa, del amor y la muerte, de la luz del desierto, ausencias, silencios, … Porque el tiempo pasa en la hamada igual que en el resto del universo, pero la experiencia que ellos nos ofrecen es única. Cada instante tiene un toque mágico, una fuerza telúrica que genera creatividad en un grado, diría yo, superior a la media. Los caminos temáticos de estos poetas son, si queréis, universales: pero los que hemos visitado alguna vez el Sahara nunca olvidaremos ni la calidad humana de esta gente extraordinaria ni la poesía que comunica ese paisaje tan inhóspito y tan magnífico. Es un sentimiento difícil de explicar, que se liga a la tierra elemental, a los rostros, a las manos, a los cuentos, a las noches del desierto donde las estrellas brillan con la misma intensidad que los ojos que asoman detrás del turbante que cubre cara y cabeza. Quien tiene experiencia, sabe que no puede mentir a este pueblo noble. 

Añoranza

Sustantivo del verbo añorar, que se usaba ya en el catalán de Ramón Llull a comienzos del siglo XIV. Viene del latín IGNORARE con el significado de "ignorar", y después tomó el sentido de "no saber donde está alguien" y posteriormente "de echarlo en falta". Es una palabra genuinamente catalana. Así, cuando María Moliner recoge añorar en su diccionario, explica que la palabra es de origen catalán y la define como "pensar con tristeza en un ser querido ausente, en la patria que se ha abandonado o en otra cosa querida y perdida". De hecho, es un sentimiento universal (melancolía o nostalgia producida por una pérdida o ausencia querida) que ha sido nombrado de diferentes formas: morriña en Galicia, saudade en Portugal, o el más internacional spleen ("Spleen de Paris", escribía Charles Baudelaire en Les Fleurs du Mal). Pero el inglés spleen no sólo significa estado de melancolía, sino que también rencor, rabia, mal humor, … Entiendo que el añorar de los poetas saharauis que el libro "Añoranza" antologa no es sinónimo de spleen, aunque hace rabia, una inmensa rabia que en febrero de 2003 todo un pueblo, que vive su dignidad injustamente estropeada y que ve como año tras año, mes a mes, se alarga la fecha de hacer efectivo el ejercicio de su derecho inalienable a la autodeterminación. Un pueblo, pues, como el saharaui, que espera volver a la patria añorada: que espera, por lo tanto, a dejar de añorar la propia patria y que el presente de los campamentos de Tinduf pase muy pronto a ser un pasado que recuerde su gesta de resistencia heroica. Porque &endash; y este es el sentido paradójico, el cambio del valor actual de la palabra añoranza - sólo se añora realmente aquello que no se ignora, sino que se tiene bien presente en todos y cada uno de los actos de la vida.

Os recomiendo que releáis despacio cada uno de los poemas: encontrareis testimonios de verdades irrefutables frente a los vendavales (el siroco azotando) que quiere borrar la historia, el poeta remienda sus huellas, declara que las reconstruirá en tanto que permanezca levantada su haima. No se puede estar quieto escuchando el viento silbar, que mueve las cortinas del mundo, hace falta revestirse de coraje, ponerse el turbante y salir, aunque la arena azote ("Las huellas del siroco", Mohamed Salem "Ebnu").

Es posible que el fuego de la hoguera que recorta la noche no sea un "fester" (lo digo con el significado menorquín de "fester" como fuego de fiesta). Aquel fuego arde triste … nos dice Mohamed Salem "Ebnu" ("Porque la hoguera arde triste") en una poesía íntima y llena de experiencia.

Encontraremos símbolos inhóspitos: la boca seca que grita libertad, que es como el pozo de agua que salva la vida contra el viento, por la arena, con los muros de la impotencia contra los que chocan los sueños de amor y vida en libertad, y a pesar del destino incierto, los muros caen y los caminos de amor que recorren la noche y se bifurcan al amanecer, llegará el día en que se volverán a encontrar … Estos símbolos se explican claramente.

Pero también leeréis realidades muy duras (mirar "Lágrimas de arena", Ebnu), de imágenes casi apocalípticas, como si nos digan: guardaremos el dolor para hacer fuerza y esperanza. Este otro poema que empieza con "No creo que hoy sea una mala noticia … " y termina resistiendo a desfallecer: "No creo que hoy sea una mala noticia … Ni mañana tampoco" ("Sin cambios", Ebnu).

Lo que más me ha impresionado, lo que me parece especialmente impactante, es el balanceo entre el pesimismo de la realidad y el vitalismo que hace seguir adelante, el contraste entre la vida con sus múltiples detalles y un horizonte de guerra, de muerte, y sobre todo de inocencia perdida, que se levanta a pesar de las resoluciones de las Naciones Unidas. Impresiona que el poeta de pregunte: "¿Acaso nací sin infancia o mi infancia nació con arrugas en la frente?" ("Tesoro perdido", Saleh Abdalahi Hamudi). Cuando a una persona se le quita la infancia, ha perdido lo esencial. ¿Quién es el ladrón que ha osado robar lo más preciado de la vida? No quiero decir que no haya niños: claro que los hay, y éstos son el futuro del Polisario. Lo que digo es que la infancia de los padres ya no ha sido igual, ya que los actuales jóvenes y niños sólo han conocido la hamada de los campamentos. La infancia robada es la patria añorada. De la patria conocen aquello que les han contado sus abuelos. El paisaje nativo de sus ancianos, aquel en el que el niño aprende a hablar, aquel en el que han transcurrido los años de iniciación a la vida, el tiempo de crecimiento en todas las facetas, de creatividad, de imaginación y sueños puros, de vida intensa, donde la rutina no tiene lugar porque cada día es una aventura, un comienzo. Ésta es la infancia imposible. Detrás de cada poesía, detrás de cada verso, cada palabra de éstos poetas, nosotros que queremos al pueblo saharaui y admiramos su tenacidad y firmeza en la defensa de su derecho a existir en libertad, confirmamos aquello que ya sabíamos: que en la lucha de este pueblo, todos nosotros nos jugamos el futuro.

Enhorabuena a los poetas. ¡El pueblo que tiene poetas es un pueblo vivo!

1. en presentación del libro "Añoranza" realizada en Ciutadella de Menorca, 1 de febrero de 2003.

"Añoranza. Imágenes del pueblo saharaui"
poesías de Ali Salem Iselmu, Liman Boisha Buha, Luali Lehsan Salama, Mohamed Salem Abdelfatah "Ebnu", Saleh Abdalahi Hamudi; fotografías de Biel Calafat


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