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Y picos y palas y piedras...
Larosi Haidar
Discutir sobre la cuestión del Sáhara, nuestro querido Sáhara Occidental, es en realidad nuestro pan de cada día. Acompañados, medio acompañados o solos; en el trabajo, en la calle o en casa; alterados, serenos, despiertos o dormidos, siempre estamos enganchados a ese cordón umbilical que nos nutre y nos da razón de ser; ese cordón vital que nace en el corazón del Sáhara, esa tierra "rojiza" olvidada por el mundo y que nosotros apreciamos más que todo el Sistema Solar junto.
Cuando hablamos, y con la primera persona del plural designo a todo saharaui que se sienta y viva como un verdadero nacionalista, independientemente de su raza, religión o sexo; sin importar su lugar de ubicación actual: Campamentos, Zonas ocupadas o cualquier otro lugar del planeta (para quien "esté en la luna", la cosa puede variar); digo, que cuando los nacionalistas de buena fe hablamos del Sáhara, no lo hacemos ya para argumentar o contraargumentar asuntos relativos al derecho a la autodeterminación de nuestro pueblo o a la histórica independencia de nuestra tierra de toda soberanía foránea, pues éstas son cuestiones más que sobrepasadas, y no sólo a nivel local sino también internacional; cabe mencionar, como esperada excepción, la obcecación del Majzén marroquí en decir lo contrario y romperle los huesos a cualquier hermano marroquí que ose dudarlo.
A parte, está esa raza de personajes que no pueden faltar en cualquier tipo de conflictos: oportunistas, chaqueteros, colaboracionistas, .... Y llámense como se quiera, al fin y al cabo y desde el punto de vista del nacionalismo saharaui, únicamente pueden recibir una denominación que los aglutine a todos: homúnculos carroñeros. No olvidemos nuestro dicho popular: "En tiempos de austeridad, sólo engordan los chacales" . Sigo. No, cuando hablamos, no hablamos de eso; ni hablamos de un posible cambio político dentro de la orientación seguida por el Frente Polisario (que hasta podría ser aconsejable); ni hablamos de la asunción de responsabilidades por parte de quienes cometieron crímenes (y los hubo indiscutiblemente); ni hablamos de quién será elegido en las próximas elecciones ni quién será defenestrado. No, no hablamos de todo eso ni mucho menos, sino que discutimos cuestiones mucho más relevantes y cruciales para la supervivencia de nuestro pueblo y la continuidad de nuestra lucha por la independencia total del yugo alauita. Hablamos de las diferentes versiones (y perversiones) del Plan de Paz; hablamos del efecto nocivo de la terquedad e intransigencia del Majzén sobre la opinión internacional: la gente se cansa y acaba dándole la razón al que no la tiene (o al menos termina haciendo oídos sordos y la vista gorda); hablamos de la nauseabunda y maloliente traición que se huele en las declaraciones de responsables socialistas españoles; hablamos de cuál sería el momento idóneo para apartar el bolígrafo y coger el kalashnikov. De hecho, esto último, el asunto de la vuelta a las armas, está siendo el tema que más nos preocupa, pues según todos los indicios y análisis hechos y por hacer, y a menos que las grandes potencias se dignen en apretarle las tuercas al Majzén, la única solución que nos queda es la de volver a empuñar las armas y recuperar lo que es nuestro. A principios de los ochenta, el entonces comandante de las Fuerzas Armadas Reales El Gajdami dijo, en respuesta a la pregunta de un periodista que quería saber cómo debería solucionarse el asunto del Sáhara Occidental: "El problema del Sáhara hay que resolverlo a balazos". Tal y como están las cosas hoy en día, y desgraciadamente para todos nosotros, lo mismo tenía razón el oficial rifeño caído en desgracia real y no haya otra alternativa a empuñar las armas una vez más. Pues sí, así están las cosas.
Y fíjense, en el preciso periodo de tiempo en el que la preocupación alarmante era la de cuándo y cómo volver a la guerra, aparece un comunicado: el Comunicado. La fecha de aparición, por sí misma, le quita el 80 % de credibilidad, si es que tenía alguna. El texto en sí, y como ya han dicho varios compañeros en sus escritos, se ensaña con el liderazgo saharaui y su presunta mala gestión de la causa nacional, convirtiendo tres décadas de dedicación y sacrificio en moco de pavo. Sin embargo, no aporta soluciones ni alternativas claras y palpables y, lo que es más importante, soluciones adecuadas al contexto actual y a la etapa de lucha que estamos atravesando en este momento. Mas el golpe de gracia dado a la credibilidad y seriedad del comunicado, por no hablar de buena fe y propósitos honestos, pues nadie quiere ni debe pensar mal de los verdaderos propósitos de sus autores, lo dio la ausencia de firmas o algún otro tipo de señales identificativas. Es decir, cualquiera ha podido ser su autor, inclusive los servicios secretos marroquíes. De hecho, su autoría anónima invita a la confusión, más cuando el texto apunta indudablemente hacia una división desastrosa de nuestras filas. Somos cuatro gatos encerrados en una habitación y él quiere ponernos cada uno en una esquina. Desde el punto de vista de los enemigos del pueblo saharaui, la operación es fantástica: por enésima vez la táctica del divide y vencerás. Con esto, y que quede claro, no quiero decir que los autores inmediatos del comunicado sean enemigos, sino que el efecto, al menos por ahora, está siendo favorable al enemigo. Y el anonimato no es la mejor manera de crear confianza, sino todo lo contrario.
Tras el texto, hubo mucho revuelo y reacciones variopintas, y muchos se han expresado rompiendo ese silencio que parecía dominarlo todo. Eso es, quizá, lo único positivo del desafortunado comunicado. Al menos, estamos aprendiendo a discutir, a opinar sin llegar a las manos y darle protagonismo a la violencia fuera de lugar. Ahora que pienso en aquel año de 1975 y las palizas que nos dimos los unos a los otros (sin olvidar que los servicios secretos españoles estaban detrás) porque defendíamos opiniones diferentes, constato que hemos dado un gran paso. Yo, entonces, era un niño, pero aún me acuerdo del titular de un periódico de la época. Decía algo así: "Y picos y palas y piedras" en referencia a lo que usamos para convencernos los unos a los otros. Espero que haya habido realmente un cambio, y que no sólo se trate de impedimentos internéticos.
Estepona, 12/08/04