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CORREN MALOS TIEMPOS.
Muheimadu uld Emailid uld Ehmeima
Esta noche toca hacer la cena de hoy y la comida de mañana, dijo Embarek, el jefe de nuestra unidad. Entendimos, todos, que el día siguiente, el uno de marzo, iba a ser largo.
Corrían los idus de 1980, Mauritania había abandonado la zona sur y nuestras unidadaes estaban destinadas a la zona de Zack, dentro del territorio marroquí, al sur de la sierra del Wargziz y muy cerca de la frontera argelino-saharaui-marroquí. Nuestras bases distaban 100 kms al sur, en mi querido Aidar donde las gacelas, en Al-Fawar, estarían cobijándose en los arboles de 'argan'.
En Zack, la naturaleza le había hecho un favor al hombre, fortificando toda la ciudad con montañas de altura respetable e inaccesibles a toda clase de vehículos. Las pocas puertas naturales, o sea las aberturas entre montaña y montaña estaban ferozmente guarnecidas por el ejército marroquí.
Pero toda la zona que va desde Leboirat hacia el este y desde Wargziz hasta la frontera saharaui, estaba bajo nuestro control. Y a resultas de nuestro avance hacia el norte, Zack, quedaba a nuestras espaldas. No había, por tanto, forma alguna de hacerle llegar los suministros a la tropa ahí acantonada. Los estrategas marroquíes planearon, entonces, un contraataque con 15.000 efectivos. Venían desde el norte con la intención de atajar por alguna garganta del Wargziz y seguir avanzando hacia Zack. Dada nuestra fortaleza, Marruecos tuvo que recurrir a la épica islámica dando nombres legendarios a sus unidadesde: Hud, Badr, Zalaga. Y aspirando, con ello, a elevar la moral alicaída de su tropa.
Esa noche, después de cenar, tuvimos que desplazarnos más al norte, concretamente hacia Lengab, una garganta del Wargziz, por la que inevitablemente tenían que pasar las tropas marroquíes que venían para romper el asedio de Zack. Nuestros Land Rovers no corrían, apenas andaban y con las luces apagadas. Justo antes de Lengab está wad Tigzirt, en cuyo lecho las corrientes de agua, en la temporada de lluvia, dejan muchos islotes de arena, conocidos con el nombre de 'iguzen' rodeando los troncos de los arboles y dificultando así la accesibilidad del terreno. Se nos dió la orden de pasar el resto de la noche en la ribera norte de Tigzirt. Y ahí dormimos, no sin antes que Salek nos mencionara los nombres de toda la flora propia de esas tierras.
Y nada más despuntar el alba, estando toda la compañía en posición de listo, empezaron los 'Organos de Stalin' su particular sinfonía. Estaban dando justo en la garganta de Lengab. Pronto se incorporaron al coro los Hawtzer y los tanques de tiro indirecto. Desde detrás venían los obuses rojizos, por encima de nuestras cabezas, para caer a escasos centenares de metros de nuestras posiciones. De pronto se formó esa nube típica de la batalla, que al igual que las estrellas del firmamento, indica la posición exacta de la operación. Y, entonces, nuestros Land Rovers corrían a velocidades endiabladas. Mientras tanto, el bramido típico del 23 mmts, o 'fant trua', dicho así en francés hasanizado suena mejor, reverberaba en nuestra sangre.
A media mañana, de ese mismo día, estábamos con nuestros Land Rovers, pisando el terreno llano de Lengab. Los habíamos hecho retroceder, por Lengab, hacia la ladera norte del Wargziz, donde la orografía del terreno les era muy favorable. Habíamos perdido a Embarek, que Dios lo aguarde en el cielo, y con los turbantes bien apretados, para evitar el humo de tanta maquinaria enemiga quemada, teníamos que ocuparnos del material capturado y los soldados prisioneros. Y en eso se escuchó un ruido extraordinariamente estruendoso en el cielo. Era el impacto de un BRDM en un mirage de fabricación francesa. Nuestro personal antiaéreo se había ganado nuestra bendición derribando el primer avión que asomó en los cielos de aquellos días. Y ya nada podía detener, entonces, la bravura de unos hombres que hasta hacía muy poco, nada podían hacer frente al ataque de la aviación. Pero justo al mediodía, los teníamos pisándonos los talones y forzándonos a replegarnos a nuestras posiciones en Tigzirt. Nuevamente empezó Lengab a despedir humos, desde detrás de nosotros, nuestra artillería estaba dispuesta a impedirles el paso.
Y montados a lomos de Land Rovers que corrían a velocidades diabólicas, íbamos directo al fuego, porque la guerra sólo se gana retando al fuego.
Alguien me puede decir, entonces, qué guerra quieren ganar los autores del llamamiento? Dónde está el fuego enemigo? ¿Lo retamos?
16.08.04
P.D.
Estas batallas duraron, ininterrumpidamente, hasta el día
11 de marzo de 1980. Pero el asedio, y con él las
operaciones, se prolongó hasta el 7 de mayo de 1980.
Luego vino Ras Al Janfra y Lemsied. Eran, los gloriosos años
ochenta.