OPINION

 
No sólo de la legalidad internacional vive el hombre

                Tramontanus

Pronto expira el plazo y estaremos de nuevo ante lo mismo, UN. DOS. TRES, informe, debate, resolución. Así llevamos desde que mi sobrina empezó a tener uso de razón y me temo que cuando se case se sigue bailando al ritmo del mismo son.

De esta guisa han transcurrido desde hace quince años los días y noches de los Saharauis y no hay visos de que esto cambie, al menos a corto plazo, salvo que el todo poderoso quiera en el fin de este mes sagrado obsequiar la infinita paciencia de sus súbditos en esta parte de la tierra con un  milagro de providencia, de lo contrario, sólo quedaría conformarse con los posibles y probables escenarios de Ibnu Abi Rabiaa  si no se quiere o no se puede descubrir que hay vida más allá de la MINURSO, de Kofi, del pequeño Moon y de la propia legalidad internacional.

Amigos, conocidos, lectores, solidarios, acogidos, acogedores, combatientes, pastores, estudiantes, estudiados, vigilantes, vigilados, curiosos, dormidos, indiferentes, voluntarios, voluntariosos, espectadores y por último distinguidas autoridades nacionales, es hora de convencernos de que no sólo de la legalidad internacional vive el “hombre” Saharaui

Aunque es incuestionable nuestro derecho a la libre determinación y es justa la causa por la que luchamos, como es ejemplar nuestra trayectoria y heroica  nuestra resistencia, ésta no puede seguir siendo de esta forma, si sólo creemos que con Reafirma, Subraya, Recuerda, palabras con las que cada resolución de la AG y del consejo de seguridad nos llenan de aliento para seguir esperando hasta dentro de otros seis meses tenemos asegurado el porvenir y salvaguardada la continuación de la especie Saharaui.

La vigencia del derecho de nuestro pueblo a la libre determinación ha sido y será reconocida, incluso después de que se extinga el último de nosotros, porque la consagra el derecho internacional y la respaldan los infinitos pronunciamientos de la comunidad internacional. Sin embargo la retórica jurídica y legalista a la que nos hemos aferrado, especialmente a partir del alto al fuego ha llevado por delante valiosas conquistas, que sobre el terreno han ido cediendo a un esfuerzo en una única dirección.

El deterioro de estos años y en todos los ámbitos de nuestra vida no es ajeno a la puesta en escena de un proceso de paz que puso fin al protagonismo colectivo que teníamos antes del 1991, alejando de nosotros el centro de las decisiones y haciendo que todo dependa de lo que nos dicten.

Retomando lo que decía Ibnu abi Rabiaa, el próximo congreso del frente POLISARIO puede ser la oportunidad convenida y conveniente para dejar de lado, aunque sea por un solo instante la obsesión por la legalidad internacional y fijarnos en nosotros mismos, recuperar la Belle époque en la que todos nos sentíamos protagonistas en la causa nacional, desde el centinela que cuidaba los Containers de Rabuni, pasando por el maestro, el médico, el combatiente o el diplomático, que veían su aportación como una pieza, que por más pequeña que sea, es parte necesaria para completar el puzzle.

Una revisión a fondo se impone, para enmendar los errores, crear condiciones nuevas para resistir a largo plazo y producir propiamente factores de cohesión que consolidan nuestro proyecto nacional, para que no dependa únicamente de elementos externos, aunque sean estos de sólida base legal internacional.

A esta cita estamos todos emplazados, en primer lugar nuestros dirigentes, para la refundación del contrato nacional sobre bases sólidas en todos los dominios, como única garantía para que esto pueda seguir existiendo .

15.10.06


Para contactar con el autor: tramontanus_opinion@hotmail.com

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